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Transparencia es legitimidad

viernes, 26 febrero 2021 - 02:28
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    EDITORIAL
     
    La organización de las actuales elecciones ha  sido una cadena de errores, el más grave y  cuyas consecuencias están por definirse ocurrió el domingo 7, cuando la presidenta del Consejo Nacional Electoral Diana Atamaint, en lugar de  anunciar un empate técnico para el segundo finalista para la Presidencia sostuvo que el candidato de  Pachakutik, Yaku Pérez, estaba en ventaja. Con apenas una diferencia estadística de menos del uno por  ciento no podía mencionarse eso, pues al procesar  las actas inconsistentes, dentro del margen de error  estadístico, los resultados podrían variar. Al haberlo hecho, de manera irresponsable perjudicó a los  dos candidatos. Uno creyendo que ganó y que le hicieron fraude, y otro pensando que es el justo ganador, pero con una sombra de duda sobre su triunfo.
     
    No es el primer traspié de la señora Atamaint,  quien se salvó de un juicio político gracias a una  triquiñuela de un asambleísta que hoy está procesado por corrupción y que permitió la inscripción  de un movimiento político. En las inscripciones  hubo otra cadena de absurdos. Primó el derecho a participar de todos, aunque algunos de esos partidos se hayan construido sobre premisas falsas y  que debieron ser eliminados, por los errores en  su constitución y, otros, porque fueron establecidos con dineros corruptos. Esto dio como resultado el absurdo de tener 16 candidatos presidenciales, siete de los cuales ni siquiera alcanzaron el uno  por ciento de los votos. Después hubo tanta lenidad para permitir inscripciones de algunos candidatos, violando principios como, por ejemplo,  acudir sin cédula de identidad para ese propósito  o autorizar inscripciones de personas enjuiciadas  y sentenciadas por corrupción.
     
    Los errores electorales no solo corresponden a  la señora Atamaint sino a un Directorio, que no ha  podido ponerse de acuerdo para decisiones claves,  porque sus cinco miembros caminan por sendas  distintas. Ese Directorio le debe al país la pronta  organización del recuento de votos. Dicho recuento es vital para la legitimidad de quien pase a la segunda vuelta, legitimidad que fue puesta en duda  por la decisión errada del mismo CNE. 

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