Inversión desperdiciada
En 2016, el gobierno de Rafael Correa anunció que había invertido entre 2007 y 2016, más de mil millones de dólares para el deporte. Entre las inversiones doscientos millones fueron para mejorar la infraestructura para deportistas olímpicos, a través de ayudas económicas y la construcción de cinco Centros de Alto Rendimiento. Se construyeron cinco centros ubicados en Esmeraldas, Imbabura, Azuay, Guayas y Morona Santiago. Costaron 80 millones de dólares. Debían ser administrados por una empresa pública, creada en 2014.
En sendas cadenas nacionales se presentaron los centros, que disponían en teoría de la mejor tecnología e implementos para potenciar a los deportistas. No obstante, como dice el refrán de lo dicho a lo hecho... Las quejas de la falta de apoyo de los triunfadores en las últimas olimpiadas contradicen las intenciones originales. Dichas protestas motivaron investigaciones periodísticas para comprobar sus afirmaciones. De las investigaciones, hay una importante serie de cinco capítulos de la cadena Ecuavisa sobre los Centros de Alto Rendimiento. Se caen a pedazos: hay fallas en la construcción, ausencia de mantenimiento y la sensación de gran despilfarro y desperdicio de recursos. La ausencia de mantenimiento fue responsabilidad del gobierno de Lenín Moreno.
Una de las causas para el retraso de Ecuador es que no se ha sabido utilizar de manera correcta los recursos disponibles. Cuando existen recursos limitados, los países no pueden satisfacer necesidades ilimitadas y por lo tanto las inversiones no pueden ser hechas a la ligera, como las de estos centros. Y cuando se hace una inversión, por qué nunca se aseguran los recursos para mantenerlas como se evidencia en los Centros de Alto Rendimiento. ¿Acaso no hubiera sido menos costoso y seguramente se hubiera obtenido mejores resultados con un programa de becas en el extranjero para los atletas? Ecuador necesita dejar de improvisar y que sus recursos se administren con seriedad, porque son pocos, y su uso debe ser hecho con sentido común y pulcritud.
