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En la hora más negra hemos visto a los verdaderos héroes

jueves, 9 abril 2020 - 04:35
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    EDITORIAL
     
    No se necesita un héroe para mandar a los  hombres a la batalla.  Se necesita un héroe para ser uno  de esos hombres que van a la batalla”, sostuvo el general Norman  Schawrzkopf, después de desalojar a las tropas de Sadam Hussein,  quienes habían invadido Kuwait en  1990. La guerra mundial contra el  enemigo invisible, el Coronavirus  covid-19, tiene día a día esos héroes: en el frente están los médicos,  enfermeras y todo el personal que  trabaja atendiendo a los pacientes  infectados. En Guayaquil, hay decenas de hombres caídos pertenecientes a esta profesión, que cumplieron  con el juramento de Hipócrates de  ayudar a los enfermos y abstenerse  de ocasionar daño intencional.
     
    Los policías, los militares, los  trabajadores en los sectores de alimentos, farmaceútico, financiero,  recolección de basura, agua, energía eléctrica y medios de comunicación, son soldados de la retaguardia, que también han visto la muerte de cerca por el contagio de  compañeros. Igualmente, son héroes los empresarios que a pesar  de la cuarentena forzada cumplieron con el pago de remuneraciones  de sus empleados y aquellos que  han donado tiempo y dinero para  paliar la emergencia. Y están también los voluntarios que han organizado campañas para repartir raciones alimenticias gratuitas en los  sectores más pobres y para los trabajadores de los hospitales.
     
    Pese a muchas fallas que ha cometido el gobierno, hay funcionarios que han trabajado 24/7 en la  emergencia y que merecen reconocimiento. No así la mayoría de políticos, que han buscado dividir en  esta hora aciaga, pensando como  políticos y no como seres humanos. No han tenido empatía con el  dolor y la tragedia que nos desborda. Tampoco la han tenido quienes  desde la comodidad de mensajes a  través de redes sociales, critican todo, pero no trabajan en soluciones  para la crisis.
     
    El peor de los pecados en los  tiempos modernos, también ha  afectado al Ecuador: premiar la notoriedad, en lugar de la importancia. En política, por ejemplo, se ha  escogido a los candidatos por ser  reconocidos, en vez de individuos  con las competencias para los cargos. Se ha pagado en demasía a  quienes son parte del espectáculo  público y muy poco a quienes trabajan en salud o aquellos que deben  formar los valores sociales: los educadores. Si de grandes males surgen grandes remedios, el día después de la pandemia necesitamos  como país cambiar las prioridades.  Elegir bien a quien ocupe una función pública y revalorizar los trabajos que hacen la diferencia en el día  a día. En la hora más negra, hemos  vistos a los verdaderos héroes. 

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