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Cuentos y mitos

viernes, 21 junio 2019 - 04:50
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    Cuentan por ahí, que para fortalecer la dolarización, la “solución deseable es fomentar un ingreso permanente de dólares”. Este mismo argumento, lo usan los gobiernos para justificar la elevación de aranceles, restricciones para arancelarias, impuesto a la salida de divisas y todo tipo de medidas que encarecen la vida a los ciudadanos. Sin embargo, estos argumentos son mitos basados en una visión estática e incompleta del funcionamiento de la economía. Expliquemos.
     
    MITO: Es bueno exportar, pero es malo importar. Esta premisa nace de la desacreditada idea del mercantilismo del siglo XVI que creía que la acumulación de oro era el origen de la riqueza de las naciones y que, para lograrlo, los gobiernos debían restringir las importaciones y fomentar exportaciones. REALIDAD: En el comercio exterior, la salida de dólares no reduce nuestro nivel de riqueza. Expliquemos con un ejemplo. Si Ecuador aumentara sus importaciones de maquinaria y tecnología de punta, perdería dólares. ¿Seríamos un país más pobre? Claramente no, porque la nueva maquinaria aumentaría nuestra capacidad productiva, generaría más riqueza y empleo. 
     
    Lo mismo sucede cuando los ciudadanos compran bienes importados. A cambio de los dólares que envían al exterior, los ciudadanos reciben bienes que valoran y mejoran su nivel de bienestar. El beneficio del comercio internacional implica ahorrar en la compra de bienes que son producidos más eficientemente en el exterior, y vender al exterior aquellos en los que nosotros somos más eficientes.  
     
    MITO: Las importaciones pueden crecer ilimitadamente hasta que “nos quedemos sin dólares”. REALIDAD: Para poder importar, primero hay que producir riqueza. Entonces, las importaciones siempre estarán limitadas por la generación de riqueza de los ciudadanos, por sus presupuestos. Nadie puede comprar indefinidamente más de lo que gana. Lo importaciones no son la excepción. 
     
    MITO: El movimiento internacional de dinero es el resultado “indeseado” del comercio internacional. REALIDAD: Los movimientos internacionales de dólares dependen de la demanda de dinero de sus habitantes. Si un país recibe más dólares de los que quieren conservar sus habitantes, estos se apurarán a gastarlos comprando bienes y servicios. Como resultado, tenderán a subir los precios internos encareciendo la producción. Si, por el contrario, los ciudadanos reciben menos dinero del que demandan, reducirán sus compras de bienes y servicios para incrementar sus saldos de dinero, provocando una disminución en los precios. El resultado en ambos casos es que la balanza de pagos (medida de la entrada y salida de dólares del país) tienda al equilibrio. 
     
    Abandonemos la visión estática de la economía y entendamos los mecanismos automáticos de ajuste de la balanza de pagos. Ningún país debe temer que tendrá menos dinero del que necesita. Las medidas estatales para regular el movimiento de dólares, además de innecesarias e inapropiadas, destruyen bienestar a los ciudadanos.
     

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