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Yaku Pérez, el prisionero

viernes, 26 febrero 2021 - 02:44
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    Por Carlos Rojas Araujo
     
    Estuvo a punto de cambiar la historia del país y no porque le faltaran algo más de 33 mil votos  para pasar a la segunda vuelta y ser  el primer político indígena con posibilidades de llegar a la Presidencia.  Durante 10 días, millones de ecuatorianos se entusiasmaron con su liderazgo, no tanto por las cosas que decía, sino por cómo las exteriorizaba.
     
    Hoy, todos hablan de respeto al  medio ambiente y de combatir la corrupción con un ejercicio austero del  poder. Pero muy pocos como Yaku Pérez sonaban tan alentadores. Era el  político ideal para acercar las demandas de los más necesitados al ejercicio del buen gobierno, desde el cual el  movimiento indígena tendría que mirar al país en su conjunto y proponer  soluciones para todas sus latitudes.
     
    Era el Yaku que decía que el extractivismo no traerá progreso, pero que entendía que la dolarización  necesitaba un motor productivo y  empresarial para generar riqueza y  poder repartirla.
     
    Sus más sagaces contradictores  decían que detrás de ese político maduro se escondía un plan de gobierno  excluyente y radical. El comunitarismo en su máxima expresión.
     
    Pero también era posible entender a Yaku Pérez como el eje de una  transición. Aquella que quiso llevar a los indígenas a tratar, como estadista, las cuestiones del Estado.
     
    Su apuesta fracasó por los líderes radicales que hoy comandan la  Conaie, Jaime Vargas y Leonidas  Iza. Aquellos que prefirieron brindar con Andrés Arauz, antes que  alinearse con alguien que proponía  darle una salida democrática a las  grandes demandas del paro de octubre de 2019, del que Iza y Vargas solo reivindican la intransigencia.
     
    El relato que posicionará Pachakutik es que la derecha, aliada  con el correísmo y el banquero, hizo un fraude monumental, sin reconocer que el boicot a su exitosa campaña surgió casa adentro desde el  inicio del proceso electoral. Cuando  Yaku más necesitaba, la Conaie le dio  la espalda, alegrándose -únicamente  y a través de un comunicado- por los  27 escaños alcanzados el 7 de febrero. Como su presidencial está en otra  lista, el siguiente paso será partir el  bloque legislativo para que una parte  de él vote con el correísmo.
     
    Durante 10 días, millones de  ecuatorianos se entusiasmaron  con su liderazgo. La posibilidad  de que Yaku fuera presidente se fortaleció cuando invitó a Guillermo Lasso a conversar, creando el ambiente para  un Ecuador de futuro y unidad. Pero al tiempo que su rival cometía  el gran error de difundir una carta que  descuadraba el acuerdo de transparencia  electoral, Pérez volvía al radicalismo y a  pensar que la legitimidad de lo indígena  siempre tiene que estar por encima de  las leyes y el Estado de derecho.
     
    Él, al igual que ocurrió con Lasso  en 2017, se obsesionó en la idea de un  fraude que no supo cómo administrarlo, restando importancia a aquella unidad política que podría cimentar cuatro años fundamentales en la lucha  contra el autoritarismo.
     
    Yaku se alineó con esa dirigencia que  nunca entendió que para ser poder hay  que dar un paso más hacia el centro político. Entonces quedó prisionero de unos  radicalismos que votaron por el mestizo de otro partido, mientras el país -por  sentencia de Yaku- no podrá quejarse  si el correísmo vuelve para siempre. 

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