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Sin agenda ni prioridades

martes, 16 marzo 2021 - 04:01
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    POR CARLOS ROJAS ARAUJO
     
    Pesimismo, miedo y resignación. En un grupo social,  cualquiera de estas sensaciones son perjudiciales porque inmovilizan. Las tres juntas, por ende, r esultan demoledoras.
     
    Desde hace un mes, cuando concluyó la primera vuelta, este país tan  fracturado no deja de hablar del retorno del correísmo, como un hecho  casi consumado. El 33 por ciento que  votó por Andrés Arauz lo hará con  ansias e ilusión y está en su derecho.
     
    Pero la otra porción del país se  siente confundida, porque quienes la  representan, en sus distintas facetas  y aspiraciones, extraviaron su agenda y no tienen claras sus prioridades.
     
    Los sectores empresariales carecen de un discurso con el que puedan  enfrentar el peor de los escenarios  que tienen por delante, independientemente de quien gane la Presidencia. Es esa Asamblea de 137 escaños  donde, al menos, 95 de ellos se ubican desde el centro izquierda hacia la izquierda sin que su visión  de libre competencia, alivios tributarios o remozamiento de las leyes laborales, tantas veces repetida  en estos cuatro años, tenga cabida.  ¿Qué hicieron (o qué dejaron de hacer) para que ese Ecuador del 7 de febrero no los haya sintonizado?
     
    Xavier Hervas es el político revelación por haber reseteado a la ID, pero  cuya expresión de neutralidad frente  al 11 de abril, puede debilitar la fuerza de esa tercera vía que quizás no sepa cuál de los dos candidatos finalistas le conviene a la democracia. Yaku  Pérez, ahogado en el reclamo del fraude, dijo que si no está en la papeleta  le daba igual si regresa Correa e impone una Constituyente… Para él, la resistencia solo implica salir a las calles,  bloquearlas y presionar desde afuera.  Entrar en el juego institucional para  definir con el resto de líderes los temas importantes, como pudo haber  ocurrido tras su cita con Guillermo  Lasso, nunca será una opción.
     
    Si los políticos no logran definir  las prioridades del país, es fácil suponer que tampoco lo hacen los sectores sociales. Ese feminismo, tan importante ahora, terminará inmovilizado  si no toma la iniciativa y enseña a los dos  candidatos a entender los nuevos parámetros de la democracia. Criticarlos en  redes sociales por lo que hacen, dicen y se  desdicen no tendrá resultados prácticos.
     
    Hay un Gobierno que ni siquiera  parece tener la fuerza de llegar al 24  de mayo y entregar el poder. Desorden  político, violencia expresada en las cárceles, divorcio total con la Asamblea,  una profunda orfandad... El mensaje  de los ministros y secretarios que renuncian solo demuestra que el agobio  los consumió por completo.
     
    Así de descoyuntado y sordo se  muestra ese 60 por ciento de la nación  que, se supone, no quiere volver a los  10 años de correísmo ni convertirse en  Venezuela. Esa cifra quizás sea otro de  los espejismos que se crearon en los últimos años (con el aporte de académicos y periodistas) pero que hoy no refleja nada. Por eso, las tres ideas que la  Revolución Ciudadana logra sentar en  la ciudadanía, eficiencia administrativa,  el anhelo de la bonanza que se esfumó  y la revancha como ejercicio legítimo en  la política, sean suficientemente claras y  atractivas como para suponer que su retorno a Carondelet es posible. Hay que
    volver a leer y a entender a este país.

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