Violencia indígena, estrategia equivocada
La movilización de la Conaie degeneró en violencia y vandalismo. Sumió en el terror a todos los ciudadanos poniendo en riesgo su vida, trabajo y propiedades. Para las autoridades indígenas, paralizar el país es visto como un éxito, pero en realidad es una estrategia equivocada porque ahonda el aislamiento y pobreza de ese grupo poblacional. Expliquemos.
Cuando los españoles llegaron a América encontraron poblaciones jerárquicas, el inca basaba su poder en la explotación de la mano de obra a través de sistemas de trabajo obligatorio. Por esto el pensador marxista peruano, Mariátegui aseguró que los incas habían conocido el comunismo antes que Europa. Los españoles aprovecharon estas instituciones y, a través de matrimonios con princesas indígenas, se colocaron a la cabeza de este sistema social extractivo. Incluso después de la Independencia estos sistemas extractivos perduraron. Pero gradualmente, la mayoría del país adoptó lentamente el sistema capitalista basado en relaciones voluntarias (yo te compro algo porque lo valoro y tú me vendes porque valoras más el pago que el bien que me estás entregando, no hay palos ni piedras de por medio).
En la actualidad, muchas comunidades indígenas mantienen instituciones precapitalistas y viven en un mundo paralelo condenadas a normas sociales ancestrales opresivas (Ej. Si no participas en una manifestación te cobran una multa). El resultado es pobreza. Al 2014, la pobreza en la población indígena alcanzó el 64,8 por ciento muy por encima de los afroecuatorianos (29,6 por ciento) o de los mestizos (21,2 por ciento). Igual de preocupante es que los indígenas son también el grupo con menor reducción de la pobreza entre 2006 y 2014. Algo no se está haciendo bien.
Las manifestaciones violentas reflejan la visión indígena: la solución a la pobreza tiene que venir de “arriba”. Creen que el Estado tiene que usar su poder de coerción (y violar el derecho del resto) para salvarlos. Creen que las alternativas son: “comunismo o barbarie”. Eso explica su lucha encarnizada por controlar el poder de coerción del Estado para obtener más subsidios. Lamentablemente, esto no solucionará su pobreza. La generación de riqueza y bienestar en una economía de mercado no se sustenta en la coerción estatal, sino en las relaciones voluntarias. Salir de la pobreza significa crear capacidades que les permitan ofrecer servicios y bienes valorados por el resto, vía educación y entrenamiento (aquí entra el rol del gobierno). Esto pasa necesariamente por adaptar sus instituciones ancestrales para que sean compatibles con la modernidad, la generación de riqueza y el bienestar. ¡Menos violencia y más relaciones voluntarias!
