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Dilema éticos del COVID-19

viernes, 6 agosto 2021 - 13:39
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    El COVID-19 impulsó a la humanidad a situaciones extremas que pensamos jamás revivirían. Durante los peores meses de 2020 los doctores debieron decidir a quiénes salvar y a quiénes desconectar de los respiradores. Afortunadamente, lo peor de la pandemia ha pasado, pero ahora la ciencia médica nos explica que el desafío es alcanzar la inmunidad de rebaño a través de la vacunación masiva. ¿Es ético forzar a las personas a vacunarse?

    La respuesta es NO. Ninguna vacuna es 100 por ciento efectiva ni 100 por ciento segura. Siempre hay un riesgo para la vida. Cada persona debe medir los beneficios y riesgos de vacunarse y tomar su mejor decisión informada. Si un Estado obliga a la vacunación, también estará asumiendo la responsabilidad por los efectos secundarios o muerte. El éxito de la vacunación masiva está en más persuasión, no en más coerción.

    Sin embargo, existe una delgada línea entre persuasión y coerción. Cuando se otorga un incentivo se podría pensar que se trata de persuasión y de una relación voluntaria. Pero no siempre es así. En casos de pobreza, el incentivo (canasta de víveres) se transforma en coerción porque esa persona no tiene alternativas reales (su alternativa es no comer ese día). Entonces, cuando existe un desbalance extremo en poder entre las partes en una negociación, se vicia la voluntariedad. Eso nos lleva a la conclusión de que la única persuasión ética en todos los casos es médica: explicar claramente los beneficios y riesgos.

    Una empresa puede requerir un carné de vacunación para poder trabajar en ella, pero implicará un despido intempestivo a quienes no quieran vacunarse, porque ellos no tienen una opción real de trabajo en otro lado.

    Cualquier negocio individualmente puede establecer como condición que solo atiende a clientes vacunados, como también puede decir que solo atiende a adultos, o a niños. Pero si el Estado prohíbe de manera generalizada el acceso, estará violando el derecho de los ciudadanos.

    Con información médica, invitemos a todos a vacunarse. Sin necesidad de coerción, la población quiere vacunarse y, si no faltan las vacunas, alcanzaremos la inmunidad de rebaño que permitió vencer a otras enfermedades en el pasado (tuberculosis, polio, etc.). La libertad es esencial para darle valor moral a la decisión de vacunarnos.

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