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¿Ciudadanos de segunda?

viernes, 13 noviembre 2020 - 01:09
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    POR ALBERTO ACOSTA-BURNEO
     
    El papa Francisco, en su encíclica más reciente Fratelli Tutti, aseguró que “el derecho a la propiedad privada solo  puede ser considerado como un  derecho natural secundario y derivado del principio del destino universal de los bienes creados”. Al relativizar el derecho a la propiedad,  el Pontífice está debilitando uno de  los pilares de la dignidad humana.  Expliquemos porqué.
     
    Los derechos son el vínculo entre el código moral de un hombre  y el código legal de una sociedad,  son la forma de subordinar la sociedad a la ley moral. Los derechos  son los principios que guían las acciones de todo individuo en su relación con el resto.
     
    Para dignificar al hombre debemos respetar su particularidad y  permitirle alcanzar la plenitud de lo  humano. El único camino para lograrlo es defendiendo su derecho a  la vida, a la libertad y la propiedad.  Preguntarse cuál de estos derechos  es el más importante es como preguntarse qué órgano del cuerpo es  más importante. Derecho a la vida  sin libertad es esclavitud. Por este  motivo, el autoritarismo es inmoral, porque nos impide que usemos  la totalidad de nuestras capacidades y la razón para nuestra supervivencia (por ejemplo, el socialismo  cubano que prohíbe emprender).
     
    Tampoco pueden existir derechos humanos cuando se excluye el  derecho a la propiedad. Solo el derecho de propiedad permite defender el derecho a la vida, porque para  sostenerla se necesitan medios materiales (alimentos, medicamentos,  etc.). La propiedad crea, además,  una esfera privada que sirve de barrera frente a la coerción de terceros,  que defiende el derecho a la libertad. 
     
    La economía de mercado es  una sociedad basada en la propiedad privada de los medios de producción. Los consumidores son  quienes deciden quién debe ser  propietario y en qué cantidad. Solo
    quienes sirven más eficientemente a los consumidores tendrán más  propiedad (más clientes y utilidades), mientras que quienes no lo  hacen, perderán su propiedad. Es  así como la propiedad cumple una  función social.
     
    Cuestionar el derecho a la propiedad privada crea ciudadanos  “de segunda”, porque reduce las  oportunidades de prosperar. Solo  respetando TODOS los derechos  individuales se logra crear sociedades de personas dignas y plenamente humanas. 

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