<img src="https://certify.alexametrics.com/atrk.gif?account=fxUuj1aEsk00aa" style="display:none" height="1" width="1" alt="">

Acabemos la segregación

lunes, 28 octubre 2019 - 10:20
Facebook
Twitter
Whatsapp
Email

    Las recientes manifestaciones han puesto en evidencia un grave problema de  la sociedad ecuatoriana: la  segregación. Hasta ahora, políticas  bienintencionadas han perpetuado  la segregación a través de derechos  que solo aplican a los indígenas y no  al resto de ciudadanos. La Constitución reconoce la existencia de un  Estado plurinacional y una infinidad de derechos específicos para las  comunidades indígenas. En pocas  palabras, las leyes ecuatorianas, en  su afán de restitución del abuso histórico sufrido por estos grupos, han  creado un mundo paralelo, solo para  ellos. Un mundo que ha perpetuado  su pobreza.
     
    El problema de fondo es que, en  Ecuador no existe igualdad ante la  ley para todos los ciudadanos. Existen leyes paralelas y específicas para  los indígenas que parece fueron concebidas para conservarlos alejados  de la “maldad” de la civilización y  mantenerlos en su estado originario. Pero, la otra cara de la medalla de  la vida “idílica” en la naturaleza es: la  pobreza, la enfermedad, la falta de  educación y de oportunidades. Esta  es la realidad que tenemos que cambiar para evitar que se repitan nuevas irrupciones violentas y destructivas como las vividas durante las  recientes protestas. ¿Cómo lograrlo?
     
    El primer paso es desterrar la  segregación de la Constitución y de  la ley, para que garanticen la igualdad ante la ley (y que la ley sea única  para todo ciudadano). La defensa  del derecho a la vida, libertad y propiedad no puede tener distinciones  de ningún tipo por criterios de etnia  ni religión.
     
    De igual manera, todos los ciudadanos deben tener las herramientas  para generar ingresos y satisfacer sus  necesidades. Esto se alcanza garantizando de manera efectiva el derecho  a la propiedad privada que puede tener infinidad de formas: individual,  comunitaria, asociativa, etc. Esto  significa, que los propietarios tengan el poder de decidir (individual  o colectivamente) sobre sus bienes:  venderlos, usarlos, donarlos, etc. La  propiedad debería incluir también el  subsuelo como es el caso de Canadá  y Estados Unidos. Todo propietario  de un terreno debería poder decidir  cómo utilizar sus recursos del subsuelo y el Estado se beneficiaría por  las regalías que obtendría de este uso  (sin necesidad de ser propietario del  recurso). Este modelo de propiedad  reducirá los conflictos e incentivaría el uso sostenible de los recursos  naturales, la inversión privada, el  acceso al crédito y la innovación.
     
    Dejemos de tratar a los indígenas como una reliquia del pasado  que hay que preservar, y que pasen a  ser individuos libres con herramientas para buscar su propio bienestar.  Que adopten nuevos métodos de  producción para ser autosuficientes  y se transformen en propietarios,  inversionistas y empresarios. Que  decidan sobre su vida y propiedad  sin depender de decisiones políticas  locales, nacionales ni extranjeras.  Que se integren a la sociedad y puedan aprovechar las oportunidades  que esta brinda para alcanzar mayor  bienestar. 

    Más leídas
     
    Lo más reciente