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Atención madres: ¿otro hijo tan pronto?

miércoles, 3 mayo 2017 - 06:13
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Con bastante frecuencia se ha escuchado que la lactancia es un método anticonceptivo seguro pero la realidad es que esta creencia podría estar detrás de muchos de los casos de hermanitos que se llevan solo un año o dos de diferencia. 
 
El doctor Enrique Noboa, ginecólogo y director médico de Bayer, explica que la protección anticonceptiva que ofrece el dar de lactar es relativa. “La lactancia estimula en la madre una serie de cambios hormonales, sobre todo dispara la dopamina.  Esta alteración produce un bloqueo en el proceso de ovulación. En la medida que un bebé esté lactando de su madre, la señora no ovula, pero para que esto ocurra se necesita que el bebé succione varias veces al día, es decir, que sea una lactancia materna exclusiva”, señala el especialista.
 
Agrega que es difícil que hoy las mujeres puedan contar con la posibilidad de hacerlo ya que muchas deben reincorporarse a la vida laboral y eso impide que las sesiones de lactancia puedan darse libremente de acuerdo a la solicitud del bebé durante las 24 horas del día. 
 
Recalca que la protección del embarazo se puede lograr en los primeros meses de lactancia materna como única alimentación del bebé, pero cuando los niños empiezan a consumir leches de fórmula, jugos y papillas, obviamente se reducen las sesiones de lactancia y esta madre debe recurrir a otra forma  de anticoncepción para evitar un nuevo embarazo.
 
 
Mínimo 2 años
La Organización Mundial de la Salud, OMS, ha establecido un intervalo de aproximadamente dos años entre un embarazo y otro, para salvaguardar la salud de la madre y de su niño. Ella requiere recuperarse nutricional y metabólicamente, por su parte el bebé contará con toda la atención de su madre en esta primera etapa y obtendrá leche de mejor calidad. ¿Por qué? El doctor Noboa lo explica: “El embarazo hace que el organismo produzca grandes cantidades de una hormona llamada progesterona, este incremento altera completamente la producción de leche. Se reduce en cantidad y calidad”. 
 
La OMS recomienda a las madres que quieren lograr un intervalo de al menos dos años entre embarazos, considerar el uso de anticonceptivos de largo plazo como los dispositivos intrauterinos. Entre ellos se encuentra la conocida T de cobre y los que tienen la misma forma de T pero la diferencia es que no son de cobre y que segregan diariamente una hormona en el útero que tiene un efecto anticonceptivo. 
 
Dispositivo intrauterino hormonal
El sistema o dispositivo intrauterino hormonal es de plástico blando y flexible. Mide unos tres centímetros de largo. El segmento vertical tiene un depósito estrecho en forma de cilindro que contiene una hormona llamada levonogestrel (una progestina, es decir, una sustancia con una estructura química muy parecida a la progesterona natural) la cual se libera en dosis diarias muy bajas dentro.
 
El cilindro contiene 52 miligramos de levonogestrel y cada día libera 20 microgramos en el útero, donde realiza su efecto anticonceptivo que se centra en dos puntos: dificultar el ingreso de los espermatozoides al ayudar a formar un moco espeso en el cuello uterino y, el segundo, reducir la capacidad de movilizarse de los espermatozoides.
 
“Estos dos aspectos son fundamentales para que la tasa de efectividad de este método anticonceptivo sea tan alta, similar a la que se obtiene con la ligadura de trompas. Si a esto le sumamos el hecho de que su efecto dure cinco años, podríamos decir que es la alternativa ideal cumplir el precepto de la OMS de la anticoncepción a largo plazo como forma de evitar embarazos poco tiempo después de un parto”, señala el doctor Noboa, quien indica que el momento más conveniente para la aplicación del dispositivo es cuatro semanas después del parto. 
 
Si bien de acuerdo a las indicaciones de la OMS, se puede colocar en las primeras 48 horas después del parto, se recomienda esperar cuatro semanas para que el útero haya recobrado su tamaño y esté más firme para facilitar y asegurar una óptima colocación.
 
El procedimiento dura cinco minutos aproximadamente, no requiere anestesia y se realiza en la consulta del ginecólogo, durante la menstruación, si ya le ha llegado a la paciente, o después de verificar que no esté embarazada. En algunas pacientes puede haber algo de dolor durante el primero y segundo día posterior a la colocación, para lo cual se receta un analgésico. Usualmente se realiza una ecografía antes y después del procedimiento, la primera para analizar tamaño y forma del útero para elegir la forma de colocación idónea y la segunda para verificar la buena colocación del dispositivo.
 
Con respecto a los efectos secundarios que pueden aparecer están las menstruaciones irregulares, generalmente se hacen más cortas y en menor cantidad. En un grupo reducido de pacientes se han reportado casos de mareos al inicio y de acné. 
 
Aunque este dispositivo tiene varias décadas en el mercado, no es de las opciones más elegidas entre las ecuatorianas.
 
“De acuerdo con cifras de la Cepam, el uso de los métodos anticonceptivos hormonales (orales, inyectables y los intrauterinos) es de alrededor del 21%, lo cual nos hace suponer que los intrauterinos específicamente deben estar por el 5%. Claro que a estas cifras se llega tomando en consideración pacientes registradas, por lo que la cifra podría ser un poco mayor. En países como Uruguay, llegan al 21%. Es importante dejar de pensar que los anticonceptivos hormonales solo son píldoras”, señala el doctor Noboa.
 
Añade que otro porcentaje que debe tomarse en consideración es el resultado de los estudios de satisfacción de las pacientes que usan el dispositivo intrauterino hormonal, que se encuentra entre un 92 y 94% en todo el mundo.  

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