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Matteo Renzi deja una Italia convaleciente

miércoles, 7 diciembre 2016 - 03:31
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El primer ministro italiano saliente, Matteo Renzi, que presentó este miércoles su renuncia, prometió tras su llegada al poder en febrero de 2014 cambiar su país para que fuera más fuerte y competitivo.
 
Pese a haber protagonizado una aplaudida batalla contra la austeridad exigida por la Unión Europa y de representar a uno de los países más solidarios con los inmigrantes que arriesgan su vida en el Mediterráneo para entrar a Europa, muchas de sus promesas no las pudo cumplir.
 
 
Crecimiento
 
Después de mil días de gobierno, el Producto Interno Bruto (PIB) aumentó el 1,6%, el consumo de los hogares un 3%, mientras que el inmenso déficit público se redujo de sólo 0,4 puntos, según las cifras oficiales.
 
Con un crecimiento del 0,8% este año, Italia sigue cojeando con respecto al resto de Europa. 
 
El problema básico es la constante pérdida de competitividad. Si bien muchas pequeñas y medianas empresas (PYME) brillan por sus resultados en sectores como alimentación y lujo, otras no logran seguir el paso para enfrentar la competencia internacional, como es el caso del sector textil.
 
"Es un problema que el legislador no puede resolver solo", reconoció Pietro Reichlin, profesor de economía en la Universidad Luiss.
 
 
La amenaza de la crisis bancaria
 
Otro problema estructural de la economía italiana es la debilidad de sus bancos: hay muchos y han acumulado una enorme cantidad de préstamos dudosos, cerca de 360.000 millones de euros.
 
Frente a esa situación, el ministro de Economía, Pier Carlo Padoan, puso en marcha la consolidación de las cooperativas de crédito. Los propios bancos han creado un fondo de ayuda, el fondo Atalante. 
 
Pero sus recursos son limitados y los bancos ya han advertido que no tienen la intención de continuar arrimando el hombro.
 
El índice de los bancos italianos cayó de casi el 50% desde el comienzo del año en la Bolsa de Milán y los mercados siguen en estado febril. 
 
 
Alto desempleo
 
A pesar de la oposición de los sindicatos y de algunos sectores de izquierda, el gobierno Renzi aprobó en 2015 la "Ley del Empleo", "Job Acts", una reforma del mercado laboral que atenuaba las condiciones para despedir al trabajador y favorecía que las empresas contrataran con plazo indefinido (CDI). 
 
Según Renzi, Italia creó más de 656.000 empleos, de los cuales  487.000 con CDI. La tasa de desempleo se redujo de más de un punto y se ubica al 11,7%. Pero no ha sido suficiente. 
 
Los sindicatos critican las medidas y califican preocupantes los recortes de derechos sociales que fueron aprobados.
 
 
Derechos para los homosexuales 
 
Se trata de una de las reformas sociales más importantes de los últimos años. El 29 de julio, Italia adoptó una ley que reglamenta a las parejas del mismo sexo.
 
Italia fue el último gran país de Europa occidental en dar un reconocimiento legal a los enlaces homosexuales aunque este estatus no otorga tantos derechos como lo hace la legislación de países como España, el Reino Unido o Francia.
 
En Italia, la unión civil, distinta del matrimonio, comporta la obligación de una asistencia moral y material recíproca, el beneficio de una pensión de viudez, el permiso de residencia para la pareja extranjera, el derecho a visita al hospital o la posibilidad de adoptar el apellido de la pareja.
 
 
Otras reformas
 
Renzi impulsó también otras reformas, como la reforma de la administración pública, que simplifica la vida de los ciudadanos y las empresas. Pequeña revolución para muchos italianos que pierden meses e incluso años para obtener una respuesta oficial y se fijaron plazos sobre el silencio administrativo. 
 
La lucha contra la corrupción se ha fortalecido. La legislación se ha puesto en marcha para luchar contra la explotación de los trabajadores agrícolas y contra el despilfarro de alimentos. 
 
Algunos impuestos se eliminaron o redujeron, pero la gran reforma fiscal prometida no se hizo. Lo mismo vale para la reforma de la justicia, mientras que la del sistema de educación ha sido muy criticada por sus grandes fallas.

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