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La batalla más dura de los guerreros de Chapecó

jueves, 1 diciembre 2016 - 07:33
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Chapecó siempre fue tierra de guerreros. Así era Vitorino Condá, el líder indígena que luchó para que su pueblo conservara las tierras del oeste de Santa Catarina. Su leyenda bautizó el estadio del Chapecoense, un equipo que peleó para hacerse grande, hasta que la tragedia le ganó la batalla.
 
La estatua del Indio Condá que custodia la llegada a la Arena está ahora rodeada del luto de esta ciudad sureña, que hasta su madrugada más terrible planeaba los festejos de su centenario en 2017, con el sueño de celebrarlo junto a la Copa Sudamericana.
 
Ahora, sin embargo, corre con la desorientación del dolor ardiendo para organizar un funeral multitudinario.
 
"Chapecó está parada, sufrió el primer impacto de la noticia y, cuando pasó el accidente, nadie podía creerlo, tardamos en hacerlo. Luego tuvimos que planear la logística para traer los cuerpos. Ahora viene el impacto de su llegada y la conmoción va a ser muy grande", afirmó a la AFP el vicealcalde electo de la ciudad, Élio Cella.
 
Desde el club estiman que unas 100.000 personas acudirán a los alrededores del estadio para despedir a sus héroes durante el velatorio colectivo. La proyección podría superarse si se confirma que los cuerpos llegarán a primera hora del sábado, en pleno fin de semana. 
 
El presidente de Brasil, Michel Temer, podría acudir a la despedida y se espera una amplia representación del mundo del fútbol en un país que ama ese deporte como nadie.
 
 
Logística del luto
 
Pero el reto más complejo para este club, que de media reunía a 8.000 espectadores en sus partidos de liga, le llega cuando está completamente roto. 
 
El Chapecoense trabaja a contrarreloj, ahogado en las sillas vacías de sus dirigentes fallecidos y con el vestuario en un sobrecogedor silencio fúnebre. Decenas de periodistas de todo el mundo ocupan en la diminuta sala de prensa el lugar de los veteranos cronistas que seguían al equipo y ya no volverán.
 
Aunque el club no está solo. 
 
El mundo sigue estremecido por su drama y así se lo recordó Medellín el miércoles con un homenaje que estremeció a esta ciudad donde las emociones se atropellan desde hace dos días. 
 
A su auxilio han acudido voluntarios, funcionarios de Santa Catarina llegados desde Florianópolis, la capital del estado, y también varios equipos sanitarios. 
 
"Estamos una media de 30 médicos, decenas de psicólogos y  enfermeros haciendo turnos día y noche para dar apoyo al club", contó a la AFP el cardiólogo Marcio Borges al pie del gramado.
 
Desde que se supo lo peor, el Arena Condá se convirtió en la zona 0 del dolor para los familiares, refugiados en su interior a la espera de buenas noticias que nunca llegaron, y para los hinchas que no han dejado solo el estadio.
 
"Principalmente estamos tratando problemas emocionales, de mucha desesperación y tristeza, que desencadenan también en problemas de salud como deshidratación, mucho dolor de cabeza, o presión alta. Los familiares y los dirigentes no se alimentan y sufren dolores de estómago o desmayos", añadió el doctor.
 
 
Raro tesoro
 
Mientras, el gramado va convirtiéndose poco a poco en un tanatorio al aire libre, donde uno de los arcos ha dejado lugar a las estructuras metálicas que recibirán a los 51 ataúdes y sus familias destrozadas. 
 
En la otra portería, aún en pie y coronada de cintas negras, unos ramos de flores recuerdan que hace una semana, aunque parezcan mil años, al Arena Condá le desbordaba la alegría con su histórica clasificación a la final de la Copa Sudamericana.
 
Allí, el arquero Danilo puso el famoso pie que eliminó al San Lorenzo, que ahora se dividirá entre las páginas más doradas y negras del club. Como esta generación de luchadores que logró lo imposible, pero a quienes la tragedia les robó la vida y la fantástica aventura del David sudamericano.
 
"El club era especial por el cariño con el que todo el mundo trabajaba, jugué cuatro años y medio aquí y sentía que era una familia, algo muy difícil de encontrar en otros lugares", contó emocionado el zaguero Douglas Grolli.
 
Ahora en el Ponte Preta, este defensa de 27 años nacido en la región se hizo jugador en la 'Chape', con las indicaciones de un equipo técnico que ya no está.  
 
"Todavía no lo asimilé bien. Es muy difícil porque, más allá de tener un cariño gigante por el club, se lo tenía a las personas, que me ayudaron mucho. Si no fuera por ellos, yo no estaría aquí hoy", contó Grolli. 
 
Y no sólo él está agradecido. 
 
En las montañas de Medellín, se quebró el equipo que consiguió ilusionar a Chapecó en los años donde la esperanza era un tesoro raro en un Brasil consumido por la crisis.
 
Un regalo que no olvidará su hinchada, según se leía en una pancarta cerca del arco que seguía en pie. 
 
"Eternamente campeones, gracias guerreros".

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