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El abandono, latente en el barrio más pobre de Francia

miércoles, 1 febrero 2017 - 09:12
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En el corazón de Marsella, gran ciudad portuaria del sur de Francia, los habitantes de "La Belle de Mai", el barrio más pobre del país, se sienten abandonados y dudan que las elecciones presidenciales cambien algo.
 
"Aquí, los niños juegan entre los coches", se lamenta Laure Rovera, una contadora muy implicada en la vida del tercer distrito de Marsella, para el que quisiera más infraestructuras y transportes.
 
En este barrio ubicado cerca del puerto y de las zonas "sensibles", más de uno de cada dos habitantes vive debajo del umbral de pobreza. El récord de Francia. 
 
Las calles, en mal estado, están llenas de tiendas de telefonía de bajo coste con escaparates llamativos. En la panadería, la baguete cuesta 50 centavos de euro, mucho más barato que en otros lugares.
 
"El centro de Marsella es precioso, pero aquí, no hay nada", cuenta Anis Chelbi, un decorador que llegó de París hace tres años. Sus dos hijas no van ni a la piscina, ni a la biblioteca. Su barrio no cuenta con ninguna de estas infraestructuras.
 
Este padre de familia en búsqueda de un empleo estable irá a votar en las elecciones presidenciales a dos vueltas del 23 de abril y 7 de mayo "porque es importante para mis pequeñas". Pide más empleos y servicios públicos, pero no se hace ilusiones: "este es un lugar olvidado (...) No habrá cambios".
 
"Lo que me preocupa es el auge del Frente Nacional. Pero lo entiendo, aquí no hay nada", agrega, abatido.
 
Este barrio, por el que atraviesa una carretera que bordea fachadas teñidas de negro, albergó durante décadas a los trabajadores del puerto, a los obreros de las fábricas de tabaco y aceites, que forjaron la reputación de Marsella.
 
Ese mundo desapareció. Fue remplazado poco a poco por el desempleo y la miseria. Los beneficios sociales representan un cuarto de los ingresos de los 45.000 habitantes de esta circunscripción - 850.000 en total en Marsella.
 
 
"Escuelas saturadas"
 
El futuro de los jóvenes, una de las prioridades del presidente François Hollande cuando era candidato, sigue siendo una de las principales preocupaciones en este barrio, que votó mayoritariamente por el candidato socialista en las presidenciales de 2012.
 
Las escuelas públicas recibieron recursos adicionales gracias a una reforma de zonas de educación prioritarias pero para muchos padres y maestros son insuficientes.
 
"Hace diez años había empleos para los más jóvenes como asistentes de educación... Tenía tiempo de ocuparme de los alumnos", cuenta Emilie Marsilio, una profesora que se queja de la falta de recursos.  
 
"Cuando los planetas se alinean, podemos trabajar", dice Mickaël Bregliano, en tono irónico. La escuela en la que trabaja este profesor es nueva, pero está totalmente saturada. "Tuvimos que sacrificar la sala de informática para añadir un aula", cuenta. 
 
Para el futuro, "hay que construir más escuelas", estima Anne Pfister, una madre de familia que, al igual que otras, cansadas de las promesas y de las visitas de altos funcionarios sin ningún seguimiento, trabaja desde hace años en colectivos y asociaciones. 
 
"Nunca recibimos ayuda", se lamentan Sofia y Larbi, de 27 y 31 años, que abrieron un pequeño taller de reparación de coches, en la esquina de una calle bordeada de edificios decrépitos. "Trabajamos todo el día y todo lo que ganamos se va" en las cotizaciones patronales, se queja Sofia.
 
"Si Marine Le Pen no fuese racista podría votar por ella, es la única que entiende a los jóvenes", añade esta veinteañera en referencia a la líder del partido de extrema derecha Frente Nacional que, a menos de tres meses de los comicios, encabeza los sondeos.

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