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Un tesoro de película

miércoles, 11 noviembre 2015 - 12:14
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Desde 1924, el legendario oro perdido de los Incas ha inspirado filmes sobre las aventuras de los intrépidos exploradores que se atreven a buscarlo.

Uno de los relatos más curiosos sobre de la conquista española del Imperio Inca es aquel que afirma que en algún lugar de los montes Llanganates existe un magnífico tesoro de oro, plata y piedras preciosas escondido allí por Rumiñahui, el comandante más leal de Atahualpa y el líder de la resistencia. Riquezas que estaban destinadas a formar parte del famoso rescate ofrecido y entregado por el Inca a los españoles para recuperar su libertad, tras haber sido capturado en Cajamarca en noviembre de 1632. Pizarro y sus hombres aceptaron los valiosos cargamentos pero igual decidieron matar a Atahualpa, el 26 de julio de 1533.

Esta historia y sus distintas versiones han inspirado apasionadas búsquedas, libros, y películas. El primer largometraje de ficción ecuatoriano, dirigido por el guayaquileño Augusto San Miguel, fue estrenado en 1924: se titula “El tesoro de Atahualpa”. Y en 2016 se estrenará “El Cazador”, una ficción documental que registra las hazañas de Andrés Fernández-Salvador, el carismático explorador, ya nonagenario, que lleva cerca de 70 años buscando aquel fantástico tesoro; fue producida por su hijo menor, Luis Felipe Fernández-Salvador, un cineasta guayaquileño que hoy reside en Europa y ha sido constante compañero de aventuras de su padre. Pero no son las únicas películas sobre el tesoro perdido de los Incas.


“El tesoro de Atahualpa”, el primer largometraje de ficción ecuatoriano se estrenó
en 1924. Fue dirigido por el guayaquileño Augusto San Miguel.

“El tesoro de Atahualpa”, silente y en clave de western, fue un éxito en las salas nacionales de los años 20. No se conservan copias del filme, pero gracias al estudio de crónicas de la época, Wilma Granda, directora de la Cinemateca Nacional e investigadora de la filmografía de San Miguel, ha determinado que cuenta las peripecias de un “estudiante de medicina quien, a cambio de salvar la vida a un indio viejo y enfermo, Bamanchen, recibe de él las señales y huellas que permitirían encontrar el tesoro del inca. Lo que habría ocurrido si no intervenía un extranjero ambicioso y rapaz, Richard Van den Enden”.

La película de San Miguel antecedió al interés de cinematografías de otros países por el tema: en 1954, el célebre actor estadounidense Charlton Heston y la soprano peruana Yma Sumac actuaron en “Secret of the incas”, dirigida por Jerry Hopper. Un director uruguayo, Vicente Oroná, hizo “El tesoro de los incas” de 1968. Incluso el cineasta alemán de culto Rainer Werner Fassbinder sucumbió frente al misterio de este mítico tesoro: filmó en 1971 “Rio das Mortes”, donde los protagonistas aburridos de su vida en Munich tratan de conseguir el dinero para viajar a buscarlo. Y por estos días se anuncia en Perú el estreno de “Atahualpa: La caída del Imperio Inca” que será “la primera película peruana en 3D con actores”, en su tráiler se muestra la escena de emboscada de Cajamarca donde apresan a Atahualpa, y al inca ofreciendo a los españoles “el mayor rescate pagado en la historia de la humanidad”: llenar la habitación donde estaba prisionero con objetos de oro, y otras dos veces con piezas de plata. El histórico “Cuarto del rescate” es hoy un sitio turístico.


Varios de los filmes inspirados en la búsqueda del tesoro inca.

La historia del tesoro escondido por Rumiñahui en los Llanganates se popularizó en el mundo angloparlante gracias a la visita que el botánico Richard Spruce hizo a Ecuador desde 1857 hasta 1863. El inglés tuvo acceso a un mapa y a la transcripción de un relato oral de un español que por 1770 se habría hecho rico de la noche a la mañana porque se casó con un princesa india cuya familia le reveló el lugar donde se oculta el tesoro. Los documentos fueron publicados en las revistas científicas de la época.

Pero las ciencias sociales contemporáneas son escépticas. La historiadora Tamara Estupiñán, por ejemplo, afirma que “el tesoro de Atahualpa ligado a los Llanganates es una invención del siglo XIX, no hay evidencias históricas, mucho peor arqueológicas sobre este tema”. La autora del libro “Tras las huellas de Rumiñahi” y descubridora de un sitio arqueológico que posiblemente haya sido la última morada de Atahualpa (en Sigchos, a 70 kilómetros al sur de Quito ), considera que “Rumiñahui no saqueó los tesoros de Quito, ni tampoco fueron enterrados o escondidos en los Llanganates, sino que persuadió a cada señor aliado para que pusiera a buen resguardo los tesoros, y también a las mujeres que tanto ambicionaban los conquistadores. Esto explica por qué cuando los españoles torturaron a varios líderes –entre ellos a Rumiñahui y Zopozo Pangue–, más pudo el silencio que el sacrificio de su tortuosa muerte”.

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