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La mensajera de la mañana

jueves, 8 octubre 2015 - 05:44
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“Con este pelo nunca podrás dar noticias serias” le dijeron sus profesores en la universidad donde estudia Periodismo.

Hoy en día esa cabellera hace parte de una imagen que la teleaudiencia de Ecuavisa ha adoptado. Con tan solo 24 años Alondra es “la sonrisa de la mañana”, “una chica alegre y espontánea”, según le comentan a diario sus seguidores.

Antes de integrar el canal del cerro Alondra soñaba con estudiar Ciencias Políticas y se veía “dando discursos de agradecimientos en la ceremonia de los Óscar” pero se decidió por el Periodismo y sigue actuando todos los fines de semana en el Teatro Sánchez Aguilar con el grupo teatral Papagayo, fundado por su madre Aleida Santiago. “De lunes a viernes me levanto a las tres de la mañana y quiero dar lo mejor de mí. La gente se estresa con las noticias. Yo creo que hay que ser creativo con la información que narras. La cámara es un coqueteo continuo. Actuar la noticia no es ser falso sino contar una historia de otra manera para que la gente no se aburra”, explica la reportera cuya madre es actriz de profesión. Alondra tiene los ojos que brillan, conversa con las manos y tiene mucha seguridad al hablar. La menuda periodista nació en Cuba donde vivió humildemente y totalmente inmersa en la cultura.

Entre semana estudiaba piano, canto y flauta traversa en el conservatorio y de noche leía libros de Borges, García Márquez o Cortázar. En cuanto al fin de semana iba al teatro a ver las obras donde actuaba su madre. “En Cuba nunca me faltó nada. El cubano sale adelante, vive esperanzado, no se queja. Puede no tener comida pero se ríe y consigue arroz por debajo de la tierra”, clama la reportera de Ecuavisa que recuerda que su madre se levantaba todos los días a las cuatro de la mañana para empezar un día laboral donde se sucedían hasta cuatro trabajos distintos.

“Gracias a ella aprendí a cuidar mis cosas y valorarlas”, acota con una sonrisa que siempre puntualiza cada oración. Alondra es tan expresiva y original como el nombre que le dio su madre en homenaje a la obra de Shakespeare “Romeo y Julieta”. “Hay una parte donde Romeo y Julieta están juntos, amanece y suena un pajarito. Julieta dice que es el canto del ruiseñor y Romeo le contesta que es la alondra que advierte que ya va a amanecer”, cuenta riéndose por el obvio vínculo que tiene su nombre con su profesión de reportera matutina. Una mujer decidida Alondra vive desde hace 10 años en Guayaquil.

Llegó un 25 de marzo, siete meses después de que su madre haya conseguido un trabajo en la academia de Chantal Fontaine. “Recuerdo que llegué a Guayaquil un Viernes Santo y en menos de 15 días ya me incorporaba al colegio. La gente se reía por mi manera de hablar. Fue duro integrarme, me costó adaptarme a los temas de conversación”.

Al ver y escuchar a Alondra es difícil imaginar que haya sufrido del machismo y de la xenofobia pero es una realidad. “Se siente el machismo en mi profesión cuando la gente cree que no estás preparada para afrontar la noticia. Además juzgan por la apariencia como si el cubano solo fuera sinónimo de gritón y escandaloso. Una vez en la universidad una chica me dijo que me fuera a mi país tercermundista, que aquí nadie me quería”. Felizmente en el Periodismo encontró su camino.

“Ser reportera es gratificante y Ecuavisa es una escuela donde hay que ser autocrítico. Aprendes a buscar y asegurar tus fuentes. Además tengo a mi lado gente muy profesional”, asevera la nueva presentadora de “Panorama internacional” en binomio con Alfredo Pinoargote. “Hace poco le dije a Lenin Artieda que ya mismo podré escribir crónicas como las suyas y me contestó entre risas: ¡Inténtelo, Atrévase!”.

Cambio de rumbo

Al hablar de Cuba el rostro de Alondra se ilumina. “La isla sigue paralizada en el tiempo, sí hay falencias y se notan pero lo más notorio es la esperanza que se ha fortalecido. Todos están por el cambio porque saben que acercará a las familias. Me dio gusto poder vivir y compartir este momento”, expresa la reportera que pudo realizar reportajes en la isla el año pasado para Ecuavisa.

Al hablar de la isla Alondra evoca su abuela y sus amigos pero en ningún momento la figura paterna. “No es necesario hablar de él porque no me importa. Nunca estuvo presente, ni cuando era semillita. El único hombre de la casa es mi hermano. Una vez hicieron un concurso en Cuba que se llamaba ‘Carta al padre’ y yo escribí una carta explicando que el mío nunca había estado y que nunca le podré decir papá. Todos se emocionaron al leer mi carta pero yo no estaba triste porque él no es nada”, recuerda Alondra que volvió a ver a su padre a los 10 años en Cuba.

“Antes siempre le quería decir sus cuatro verdades pero nunca lo lograba y me ponía a llorar. La última vez que lo vi, me miró atentamente e intentó entablar una relación conmigo. Y le dije todo. Lloré pero seguí. Le agradecí que no estuviera, le di las gracias por no tener su apellido”.

Alondra sabe que su vida cambió de rumbo después de esta conversación. De repente este hombre corpulento de un metro ochenta perdió su voz fuerte y su autoridad natural. De repente la pequeña Alondra se sintió más ligera y dispuesta a vivir lo suyo plenamente. Después de Cuba y Ecuador sueña con viajar, seguir actuando y ser corresponsal internacional.

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