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El plan de Guillermo Lasso, candidato de la Alianza CREO-SUMA

miércoles, 8 marzo 2017 - 04:19
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Guillermo Lasso ha pecado y lo confiesa: se ha saltado la misa dominical por dedicarse a la campaña. Para un católico acérrimo como él, que lleva consigo siempre un denario y que les reza a cuatro santos de confianza, perderse la misa es algo serio. Antes iba diariamente.
 
Lanzarse a una candidatura presidencial es someter el pasado al escrutinio público y Lasso se ha mantenido a flote en una campaña especialmente sucia. No así su binomio, Andrés Páez, de quien se han publicado videos con información privada obtenida del hackeo de su celular. En un reciente Enlace Ciudadano, el presidente Correa atacó a Páez, pero reconoció que Lasso es “un tipo más sano en su vida personal”.
 
Casado desde hace 36 años con su primera novia, María de Lourdes Alcívar, Guillermo Lasso Mendoza, de 61 años, tiene cinco hijos y tres nietos, y su vida familiar ha estado regida por su religión, es “supernumerario”, o miembro laico activo del Opus Dei, una institución conservadora de la Iglesia Católica.
 
Desde que renunció a la presidencia ejecutiva del Banco Guayaquil en 2012, ha dedicado todo su tiempo a la estrategia para ganar la Presidencia con su movimiento político, CREO. En 2013, Lasso quedó en segundo lugar frente a un presidente en funciones. Desde entonces ha venido afilando su candidatura, para esto se ha rodeado de jóvenes colaboradores, varios de ellos especializados en la Universidad de  Georgetown, en Washington, por medio de becas otorgadas por la Fundación Ecuador Libre, que él mismo creó. Uno de ellos es Eduardo Bonilla, hermano de una militante de la élite de Alianza PAIS,  Viviana Bonilla, pero a Lasso ese vínculo no le parece preocupante: “Le tengo absoluta confianza y además, no tengo nada que ocultar”. 
 
Los inicios
A todo candidato le conviene tener una buena historia y la vida de Guillermo Lasso, según cuenta en su libro ‘Cartas a mis hijos’, un relato de superación. Es el último de 11 hermanos, pero debieron ser 13, su madre tuvo dos bebés más que murieron al nacer. 
 
Es hijo de un quiteño, Enrique Lasso Alvarado, huérfano de padre y madre, quien trabajó toda su vida como empleado bancario; y de una manabita con manos de artista para el bordado y la cocina, Nora Mendoza. Se establecieron en Guayaquil, en el barrio Orellana, en pleno centro, en una casa de tres dormitorios donde cabían apretados: un cuarto para los padres, uno para las seis niñas y el último para los cinco varones. 
 
Entonces, “las familias solían tener más hijos, en especial las que profesaban la fe católica, como en nuestro caso”, relata Lasso, quien recuerda una niñez sin lujos y con una madre que “se preocupaba mucho de las relaciones sociales de sus hijos, de quiénes eran los amigos, de cómo se vestían”. La madre confeccionaba ajuares de bebé para vender a almacenes y cosía toda la ropa de sus hijos, que salían siempre pulcros. A pesar de que el dinero era escaso, la familia conservó siempre un halo de dignidad, dice José Antón, un amigo de la infancia.  
 
“Vivíamos a pocas cuadras de distancia, era una sociedad muy pequeña y la familia de Guillermo era reconocida, no por la situación económica que era estrecha para 11 hermanos, pero sí por ser muy unidos, honorables”.
 
Cuando Guillermo tenía 10 años su padre tenía ya 65, lo trataba de usted y sin mucha confianza. “Eso me producía cierta ansiedad y, naturalmente, hacía más difícil nuestro diálogo”, recuerda, “la nuestra era una relación muy afectiva y a la vez distante”. Quizá por ganarse la aprobación de su padre, Guillermo se esforzaba en el colegio San José La Salle, donde no destacaba en los deportes pero sí en lo académico. “Desde niño tuvo una inteligencia aguda, era distinto al resto de muchachos que éramos inquietos, él era mucho más tranquilo”, recuerda Antón.
 
Cuando tenía 15 años las condiciones económicas lo obligaron a buscar trabajos eventuales. Laboró en la Bolsa de Valores de Guayaquil y luego en Casa Moeller Martínez, una importadora de cosméticos. “El colegio era de doble jornada, él salía de clases a las cinco de la tarde y se iba a trabajar para poder pagar su pensión. No era muy usual que un chico trabaje para mantenerse en el colegio, pero creo que esa disciplina le sirvió para salir adelante”, recuerda su amigo Ottón Baquerizo. 
 
Al salir del colegio, Lasso consiguió un trabajo en Quito y se matriculó en la Facultad de Economía de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador, pero en el segundo año abandonó los estudios y volvió a Guayaquil. Había conocido a María de Lourdes, de 14 años, quien estudiaba en el Liceo Panamericano, ya le había propuesto matrimonio y las familias habían acordado esperar hasta que ella se gradúe. “Cuando la conocí yo no había tenido aún una enamorada”, narra en su libro, “fue amor a primera vista, que los hay”. Se casaron cuando ella tenía 18 y él 25. 
 
        
Al banco
Guillermo Lasso había demostrado ser trabajador, con los años pudo comprarse un carro y alquilar un departamento trabajando con su hermano mayor, Enrique, en una constructora, pero el golpe de suerte que supo aprovechar magistralmente vino de la mano de su cuñado Danilo Carrera, casado con su hermana mayor, María Eugenia. Carrera le dio la oportunidad de trabajar con él en la compañía financiera Fecrédito. 
 
Con el tiempo se fueron expandiendo, pidieron un préstamo al Chase Manhattan Bank para comprar acciones de otra financiera, Finansur, y luego compraron el 20% del Banco de Guayaquil a un grupo de accionistas endeudados.  
 
A fines de los 80 eran los mayores accionistas del Banco de Guayaquil, que entonces tenía un patrimonio de seis millones de dólares y hoy supera los $ 240 millones. 
 
Para 1998, Lasso había sido por cinco años presidente de la Asociación de Bancos Privados del Ecuador. El Banco de Guayaquil fue uno de 20 grandes aportantes a la candidatura de Jamil Mahuad y el nuevo Presidente invitó a Lasso a dirigir la Gobernación de Guayas, donde para sorpresa de todos se ganó la fama de “hombre duro” al poner freno a las manifestaciones sin permiso, invasiones de tierras y paros en entidades públicas. Entonces el gobernador, que había ordenado el desalojo de terrenos invadidos ilegalmente, se percibía como inflexible y dogmático, según un perfil de Vistazo, a lo que Lasso respondía: “Me duele el drama humano causado por los desalojos, pero mi función es hacer cumplir la ley”. 
 
El estigma
El eje de la campaña oficial en contra de Lasso ha sido la acusación del presidente Correa de que es “uno de los responsables directos del feriado bancario” decretado por Mahuad el 8 de marzo de 1999. 
 
En realidad, la Comisión Investigadora de la Crisis Financiera, creada en 2007 por orden de Correa y liderada por el economista Eduardo Valencia, concluyó que Lasso no jugó un rol en la decisión de decretar el feriado bancario. “En el caso de Guillermo Lasso, no encontramos ninguna razón para decir que él estuvo involucrado en el proceso”, ha dicho Valencia. 
 
Pero el presidente Correa insiste en que el haber tenido un cargo en el gobierno de Mahuad siendo banquero, hace a Lasso al menos “responsable político del congelamiento de depósitos”.
 
Lasso fue ‘Superministro’ de Economía por 37 días, entre agosto y septiembre de 1999, cargo inventado en el gobierno de Mahuad que combinaba los ministerios de Finanzas y Energía.   ¿Por qué aceptó ese puesto? Un ala del gobierno abogaba por la moratoria de la deuda externa, pero Lasso pensaba que podía renegociar esa deuda en mejores condiciones. “En vez de dejar de pagar y comprometer la imagen del país y perder el acceso a financiamiento externo, era mejor hacer una recompra de la deuda a precios del mercado”, escribe. Al final el presidente Mahuad decidió no pagar la deuda y Lasso renunció a su cargo. 
 
El último cargo público que tuvo Lasso fue como embajador itinerante en el gobierno de Lucio Gutiérrez, a quien conoció por Rocío Bohórquez, quien trabajó muchos años como auditora en el Banco de Guayaquil y es la hermana de Ximena Bohórquez, esposa del expresidente. Ese vínculo hizo que Gutiérrez acuda a Lasso en la campaña a solicitar ayuda y consejo. Una vez electo, Lucio le ofreció el Ministerio de Economía, pero Lasso se negó y le sugirió el nombre de Mauricio Pozo para esa cartera. Lasso acompañó a Gutiérrez en un viaje a Washington que pretendía mejorar los vínculos con Estados Unidos, pero Lucio se convertiría pronto en el segundo presidente con quien había colaborado que no llegaría a culminar su mandato y Lasso empezaba a pensar lo distinto que haría él mismo las cosas desde el poder.  
 
En 2006, según Lasso, Rafael Correa acudió dos veces a su casa a pedir colaboración para su campaña y se la negó. Cuando Correa llegó al poder y menospreció a los empresarios privados algo hizo clic en Guillermo Lasso y el plan entró en acción. En 2007 lanzó un plan de bancarización masiva, el Banco del Barrio, que funciona hoy en más de cinco mil tiendas y que le permitió visitar personalmente los sectores más pobres y darse a conocer. Luego vino la formación del partido CREO, la recolección de firmas, la inscripción en el Consejo Nacional Electoral. Ya desde 2013, con presencia en la Asamblea, y con bases en formación en todo el país, Lasso reclamó para sí mismo el liderazgo de la oposición. 
 
 
Reinventarse
En la caliente mañana de un martes, el ritmo de la caminata del candidato por Las Malvinas en Guayaquil, es rápido y constante. Cubierto de sudor, con la camisa rota en un forcejeo de la gente por acercarse a él, por tomarse otro “selfie”, Lasso logra subir a la tarima luego de una hora y media de marcha. Promete no subir el gas, mantener el bono, “y como todos ustedes son mayores de edad, si quieren beber cerveza los domingos, pues que la tomen. ¡Este volverá a ser un país libre!”. La multitud lo aclama.
 
Su esposa, a su lado en la tarima, aplaude con fervor. Así ha sido mientras recorrieron 12 veces el país en una van. Este día lo acompañan sus hijas, María de Lourdes de 23 años y María Mercedes de 19; está también Guillermo Enrique, de 31 años, quien lidera hoy el banco; y Santiago, de 29, quien estudió para ordenarse como sacerdote pero se decidió por la comunicación. Está por llegar Juan Emilio, de 28, quien dirige Banisi, la subsidiaria del Banco Guayaquil en Panamá.
 
Mientras era gobernador, Vistazo publicó un tema sobre los personajes más elegantes del Ecuador, entre los que estaba Lasso. Ante la insistencia aceptó posar para una foto con una sonrisa incómoda. “Soy un hombre tímido, si me he atrevido a hablar sobre este tema es por tan honrosa deferencia”, fue su único comentario. 
 
De ese joven banquero con traje azul marino y camisas con gemelos, al aguerrido candidato con jean desteñido y camisas remangadas, hay una vida de distancia. Lasso decidió reinventarse como político, y eso ha implicado ganarse enemigos. En 2002, por encargo de su amigo Jaime Nebot manejó la regeneración del Terminal Terrestre de Guayaquil. En esta elección, Lasso sabe que ha enfrentado a dos grandes rivales, Rafael Correa y Jaime Nebot. Los egos e intereses impidieron conjugar a la oposición en una candidatura única. 

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