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Los atropellos de Correa

lunes, 13 agosto 2018 - 11:23
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En ocho años como legisladora  nunca redactó un boletín de  prensa. Pero escribía cartas al  entonces presidente Rafael Correa, que  permanecían inéditas. En cada una de  ellas, describía un caso de violación a  los derechos humanos. La sistematización  de misivas se traduce en el libro  de Lourdes Tibán, “Tatay Correa”, que  ahora va por su tercera edición. 
 
La exasambleísta revela  a Vistazo que podría buscar  la Alcaldía en Salcedo, para  2019. En 2016, “Por ‘machismo’  al interior del movimiento  indígena y sus aliados”, la  candidatura presidencial le  fue esquiva. Fue asambleísta entre  2009 y 2017. Ahora, colabora en el  despacho del legislador Ángel Gende.
 
El libro “Tatay Correa” va por  su tercera edición, recién lo lanzó  a fines de mayo.
 
¿Por qué es un best seller? 
Me piden de las librerías, por primera  vez. Cuando saqué el libro anterior  (“Yo soy Lourdes Tibán”) en septiembre  de 2015, las librerías recibían  amenazas del correísmo y advertencias  del Gobierno; no podían vender. Temían  represalias. Por eso vetaban a  autores que eran críticos al correísmo
 
¿Qué le motiva a sacar el libro?
Yo nunca hice boletines de prensa  en los ocho años como asambleísta. Yo  escribía cartas al Presidente, que eran  inéditas. Y cuando las sistematizo me  doy cuenta que hay persecución. Mando  a leer a un amigo y él me dice: ‘Ya leí,  me pareció tatay’. Tatay es una palabra  que todos los ecuatorianos entienden,  tiene una significación de algo que  quieres que esté lejos, que no vuelva. El  libro tiene casi 200 páginas y resume  decenas de casos de atropellos.
 
En su libro, usted aparece como agente de la CIA. En 2015 el fiscal Carlos Baca dijo que era  desestabilizadora. ¿Es de la CIA?
Al inicio era complicado escuchar  esas acusaciones. Luego, con el tiempo,  ya me empezaron a dar gracia, las  tomaba con ironía. Me han dicho de todo, que soy quitamaridos, que soy  de la derecha. Si tú comienzas a mirar  qué mismo soy, yo soy el personaje que  estaba en la boca del Presidente, pero  lo que no me ha dicho es corrupta.
 
En 2007, el gobierno vivía una luna de miel con los movimientos sociales. Se rompe en el caso Dayuma, en diciembre de 2007. Usted lo relata.
Yo visito la cárcel en calidad de ministra  del Codenpe. Encuentro a Guadalupe  Llori temblando bajo una cobija  en la cárcel de mujeres de El Inca en  Quito. Bajo una ventana sin vidrios. 
 
No había ventanas para que las detenidas  no se corten las venas con los  trozos de vidrio. Ella, toda una Prefecta  de Orellana, tiritaba en una litera en  la cárcel. Acusada de terrorismo. Entonces  le exijo al Director que ponga  plástico en la ventana, que el único  delito de ella fue decirle patán a Correa.  Ahí debimos darnos cuenta de qué  pasaba. Era diciembre de 2007. Pero  ahora tengo muy claro que la dictadura  empezó antes.
 
¿Cuándo fue el inicio?
Estábamos en Ambato, y el asambleísta  Luis Fernando Torres me hace  notar que estoy cometiendo un error,  que el autoritarismo empezó cuando  el gobierno de Correa terminó con el  Congreso, en marzo de 2007. Eso consta  en la tercera edición del libro.
 
¿El movimiento indígena perdió el horizonte cuando se alió con el poder, en el gobierno de Lucio Gutiérrez en 2003?
El poder contamina y corrompe.  No todos los indígenas están maduros  para un proceso político, creen que el  fin es el puesto, y se olvidan del proyecto político. Yo renuncié a la presidencia  del Condenpe en enero de 2009 y le  dije: ‘Presidente, ahí está tu puesto,  voy a defender el proyecto político’.
 
Después llego a ser asambleísta.
 
Como asambleísta recoge los excesos, eso origina el libro.
El libro debió estar publicado antes  que termine el período de gobierno,  pero cada que cerraba el texto, el “Mashi”  me obligaba a abrir nuevamente  porque aparecían nuevas víctimas.
 
El caso Gabela, asesinado en 2010, se actualiza y está narrado.
La viuda, doña Patricia Ochoa, me  entregó una carta. No creo que haya  caso más grave que el del general Gabela.  Ella cree que sí, que hay familias que  han sufrido más que la suya. Al General  lo asesinan en diciembre de 2010 y  desde entonces hubo encubrimiento.
 
Doña Patricia me enseña una misiva  que su esposo escribe sobre Lourdes  Tibán. El general Gabela había visto una  declaración mía sobre la falsedad de los  hechos del 30 de septiembre de 2010. Y  le pedía a su esposa Patricia que leyera  esas declaraciones, porque alguien se  atrevía a contradecir al Presidente.
 
En el libro, usted evita hablar de la persecución hacia usted. ¿Por qué no escribió de eso?
No escribí, no porque no podía,  sino porque no debía. Preferí citar el  texto del informe de la Red Internacional  de Derechos Humanos, que sistematizó  la persecución hacia mí. Él se  refería a mí como esa “Pobre mujer”,  “Los cotopaxenses no son ignorantes  para elegir a una ladilla como su  representante en la Asamblea”. Me  acusaron de instigar los hechos del 30  de septiembre, yo estaba de licencia  por maternidad. Debí reincorporarme  para defenderme ante la justicia. Mi  hermano policía fue perseguido.
 
¿Por qué tatay?
Tatay, Yachay, Mashi, son palabras  que escuchamos muchas veces en esta  última década. Correa puso Yachay a  todo lo que es conocimiento, inclusive  llamó así a una universidad. Yo con  tatay quiero decir algo que no puede  volver a pasar en este país. Tatay se traduce  como una expresión de asco. Esto  no solo se puede sino que se debe decir.
 
¿Y a los críticos del libro qué les dice?
No deben enojarse. Correa tuvo  523 sabatinas para hablar. Yo escribo  lo que él no dijo en las sabatinas.
 
Desde la visión indígena, ¿veían como un acto de hipocresía cuando Rafael Correa hablaba en kichwa?
Más que como hipocresía, él lo hacía  como burla. Algunos correístas han  cuestionado el título de este libro. Pero  yo no sé dónde estaban esos correístas  cuando su jefe le dijo a Carlos Pérez  Guartambel “siki ñawi” en una sabatina.  La gente sin saber aplaudía. Correa  usaba el kichwa para burlarse, cuando  habló ante 40 mil indígenas concentrados  en Chimborazo, dijo esas palabras  que son difíciles de repetir.
 
 
 
Correa hizo el apostolado en su provincia natal, Cotopaxi, en la comunidad de Zumbahua.
Eso le hizo vivaracho. De lo contrario no hubiera cerrado la educación bilingüe, no hubiera cerrado las escuelas del padre Pepe. Él es quien le lleva a Zumbahua, y resulta que años después él es quien lideraba las marchas para defender la educación bilingüe. Él debe haberse arrepentido. En todo ese bochorno de Asamblea Nacional, en dos períodos consecutivos, logré condecorarle al padre que sobrevivió a los ataques de Correa a la educación bilingüe.
 
¿Logró condecorarlo en pleno correísmo?
Era mi manera de decirle: ‘Padre usted peleó en las calles y yo en la Asamblea, y usted tuvo mucha más razón. Usted le brindó un plato a Correa, y Correa se le fue llevando hasta el plato’. El padre Pepe Manangón tiene 40 años enseñando y es ecuatoriano.
 
Usted sale de la casa a sus 14 años, de Chirinche.
Una comuna de la parroquia Mulalillo, del cantón Salcedo, ‘de Yambo para abajito’ decimos nosotros. En mi hogar, ocho hermanos, éramos 12, se murieron cuatro. Mis hermanos murieron en la pobreza, mi mamá les cerraba los ojitos. El primero murió de un año dos meses, la otra murió de ocho meses, con temperatura; dos murieron en la barriga. Yo soy la cuarta de los hijos vivos. 
 
Salgo de la casa terminando la escuela, no me pude ir al colegio, me fui a estudiar Corte y Confección. Podría ser costurera en mi casa, pero mi título también es de profesora bilingüe, estudié con el padre Pepe.
 
Pero cambió su destino.
A los 14 años fui empleada doméstica, peón en albañilería. Yo estaba de empleada en Ambato. En septiembre de 1989 mi comuna me candidatiza a Campesina Bonita del cantón Salcedo. Salgo reina, dejo Ambato, me meto al Municipio. Más tarde estudié Derecho.
 
¿Y ahora se va a candidatizar a la Alcaldía en 2019?
El rol de la mujer debe ser probado en lo político y lo administrativo. Estoy por tomar la decisión de lanzarme a la Alcaldía de Salcedo.
 
Usted en 2016 sale precandidata de Pachakutik para las presidenciales. ¿Por qué se queda con los ‘churos hechos’?
Vi un conflicto machista al interior del movimiento indígena. Uno imagina que va a haber alegría. Se fueron por otro lado los prefectos del movimiento. Dijeron que no era la hora de las mujeres. Yo no sé cuándo será la hora.
 
El candidato de la tendencia fue Paco Moncayo.
Los aliados nuestros, Socialistas y Unidad Popular, se fueron por esa candidatura. Yo promovía la unidad de las izquierdas. Lo más honesto para mí fue impulsar y priorizar la unidad de los partidos de izquierda y no dar prioridad a mi candidatura. Me siento orgullosa de haber apoyado la campaña del general Paco Moncayo. No me arrepiento de haber estado a su lado.

¿Por qué es un best seller? 
Me piden de las librerías, por primera  vez. Cuando saqué el libro anterior  (“Yo soy Lourdes Tibán”) en septiembre  de 2015, las librerías recibían  amenazas del correísmo y advertencias  del Gobierno; no podían vender. Temían  represalias. Por eso vetaban a  autores que eran críticos al correísmo
 
¿Qué le motiva a sacar el libro?
Yo nunca hice boletines de prensa  en los ocho años como asambleísta. Yo  escribía cartas al Presidente, que eran  inéditas. Y cuando las sistematizo me  doy cuenta que hay persecución. Mando  a leer a un amigo y él me dice: ‘Ya leí,  me pareció tatay’. Tatay es una palabra  que todos los ecuatorianos entienden,  tiene una significación de algo que  quieres que esté lejos, que no vuelva. El  libro tiene casi 200 páginas y resume  decenas de casos de atropellos

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