Los colombianos aún recuerdan la “Guerra de los mil días” con que recibieron el siglo XX. Fueron más de tres años de hostilidades entre conservadores y liberales que produjo un promedio de cien muertos por día. Pocas regiones colombianas estuvieron libres de enfrentamientos. Para entonces, en el Ecuador gobernaba el general Eloy Alfaro. Este apoyó a liberales desplazados que regresaron para atacar Ipiales.
Fueron derrotados. Días después, en respuesta, hubo nuevos enfrentamientos en Carchi. Alfaro tuvo que aclarar que no buscaba una guerra generalizada con Colombia. Las cosas quedaron allí por nuestro lado. Los vecinos del norte siguieron en su guerra fratricida hasta que finalmente la paz llegó, en 1903, a bordo de un barco norteamericano, el Wisconsin, fondeado en Panamá.
Casi 120 años después, con otros actores, los conflictos en el vecino país continúan y el Ecuador una vez más se ve arrastrado a tomar partido. Para el senador bogotano Horacio Serpa Uribe, su país “se ve encerrado en un círculo vicioso:no hay paz porque no hay soluciones sociales; no hay soluciones sociales porque la economía no produce para ellos; la economía no funciona adecuadamente en tan deplorable estado de guerra; y la guerra se extiende en un ambiente de pobreza y de carencia”.
Los actuales actores son los conocidos como disidentes de las FARC más otros grupos, o una mezcla de ambos. Ya la lucha armada no es por el poder, es por captar más y más liderazgo y más y más territorio para sembrar droga.
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