En Venezuela no hay papel ni tinta. Sacar un pasaporte nuevo puede demorar meses. Los funcionarios del SAIME, el servicio de identificación que emite los pasaportes, cobran más de mil dólares para venderlos por “debajo de cuerda” como dicen allá. Por la falta de material, el gobierno decidió prorrogar la validez de los pasaportes vencidos. En el Terminal Terrestre de Guayaquil, decenas de venezolanos que esperaban embarcarse a Tumbes, Perú, dan todas estas razones para explicar por qué no tienen pasaportes.
Marco, de 25 años, viaja para reunirse con su hermano; Jean Carlo, de 33 y Mayerli de 28 años; se turnan para tener de la mano a su hija Betanny de cuatro años. Todos tienen únicamente cédulas. Dicen que solicitaron pasaportes el año pasado pero ante la tardanza decidieron aventurarse a Perú y que si los rechazan en la frontera, encontrarán la forma de pasar.
Como esos jóvenes, 2,3 millones han emigrado de Venezuela según la ONU; solo desde 2015 han salido 1,6 millones. Antes podían cruzar las fronteras de la Comunidad Andina presentando solo la cédula de identidad. Pero a fines de agosto Ecuador y Perú anunciaron que exigirían a los venezolanos tener pasaportes vigentes.
En Ecuador, una jueza acogió un pedido de amparo constitucional de la Defensoría del Pueblo, y dejó sin efecto por 45 días la exigencia de pasaportes; pero el Gobierno reaccionó de inmediato y ordenó que los que quieran entrar con cédula presenten un certificado de autenticidad apostillado por el gobierno venezolano o un organismo internacional, un trámite casi imposible en esta crisis. Perú flexibilizó la norma y anunció que permitirá el ingreso sin pasaporte de mujeres embarazadas, menores de edad para reunirse con sus padres y adultos mayores.
LEA ESTE INFORME COMPLETO EN LA EDICIÓN IMPRESA DE REVISTA VISTAZO
