<img src="https://certify.alexametrics.com/atrk.gif?account=fxUuj1aEsk00aa" style="display:none" height="1" width="1" alt="">

El momento de Guayaquil

lunes, 21 diciembre 2015 - 12:11
Facebook
Twitter
Whatsapp
Email

Frente a la Dirección Cultural de la ciudad, Larissa Marangoni propone la reactivación de los espacios culturales a su cargo.

Realmente, el diseño moderno del Centro Cultural Simón Bolívar (más conocido como el MAAC) es confuso para el visitante poco familiarizado: sus puertas, más que discretas, son casi invisibles. Remodelar es uno de los objetivos de 2016 para la escultora y muralista Larissa Marangoni, quien cumple seis meses frente a la Dirección Cultural de Guayaquil: “El recorrido (hasta la puerta del extremo norte del edificio) es muy largo, y nadie entra por la parte superior. Necesitamos una entrada más fácil de ver y de usar, incluso para las personas con movilidad reducida”, explica. Lo del ingreso amigable es un gesto tan práctico como simbólico en la gestión de la artista multidisciplinaria, que se ha propuesto “activar los espacios” de los nueve museos y centros culturales que tiene a su cargo, en Guayaquil, Santa Elena, Portoviejo, Manta y Bahía de Caráquez.

Para cambiar la fachada del MAAC, la flamante funcionaria del Ministerio de Cultura y Patrimonio necesita el permiso de la fundación de derecho privado Malecón 2000, que administra el espacio público donde está el museo, y que preside el Alcalde de la ciudad. En los últimos años el malecón del Guayas ha sido escenario de disputas entre el Gobierno central y Jaime Nebot, pero para Marangoni “socializar” su proyecto no representa un problema: tiene una buena relación con el Municipio, con cuyo auspicio cada año desde 2012 organiza las jornadas de “Arte en la Metrovía”.

La cooperación interinstitucional, que involucre también al sector privado, es su propuesta.


Multidisciplinaria. Larissa Marangoni es escultora y muralista,
además es experta en Salud Reproductiva, como vicepresidenta
de Aprofe. Foto: César Mera

¿Qué cambios se han concretado?
Bajamos la tienda del Maac al primer piso y en su lugar creamos un espacio para niños. También inauguramos una sala de lectura para adultos con apoyo de una empresa privada, queremos implementar un sistema de trueque de libros. Algo que me gusta mucho es el Café del Río (un área destinada a charlas y talleres en plan “after office”). Comenzamos con un lindo proyecto: la exposición de Andrés Rendón, más de 600 personas estuvieron en la inauguración, y se vincularon varios museos en el recorrido de esta muestra. Hemos rotado nuestras reservas y llevado exposiciones a los museos de Manta, Portoviejo y Bahía. En el Presley Norton trabajamos en mejoras de infraestructura para que la parte superior se destine a la arquitectura y la fotografía.

¿Qué puede adelantar respecto a la programación de 2016?
Uno de los puntales será una exposición sobre la Artefactoría (el colectivo artístico iniciado en la década de los 80), y a la manera de lo que hicimos con Rendón vamos a entrelazar en esta experiencia al MAAC, el Nahím Isaías, el Archivo Histórico y el Presley Norton.

En arqueología continuaremos la rotación, tenemos una de las reservas más grandes del país y muchas piezas no están en exhibición. Vamos a hacer un cambio fuerte en esta área, una mirada diferente que fortalecerá la presencia de la cultura Valdivia. En Amantes de Sumpa (el museo de sitio de Santa Elena) se va a desarrollar el proyecto Frutos de mi tierra, una muestra orientada a la gastronomía que se va a activar en temporada playera, dirigida especialmente a los niños. Llevaremos la obra de Julio Mosquera al museo de Bahía… La idea es que siempre esté pasando algo en todos los espacios.

Algo muy importante es el proyecto de desarrollo sustentable Monte Sinaí, en el que van a participar los ministerios de Vivienda, Educación, Turismo, Deporte, la Gobernación y la Universidad Casa Grande. También estamos fortaleciendo nuestra relación con la Universidad de las Artes, les hemos prestado espacio para que desarrollen sus clases durante la remodelación de sus instalaciones, y estamos definiendo el traspaso del MAAC Cine para que lo maneje la universidad.

¿Cuál es su evaluación de la actividad artística y cultural actual de la ciudad?
Veo un desarrollo interesante. Creo que es el momento más importante que Guayaquil puede tener, porque los cambios suceden a todo nivel: desde el Municipio, el Gobierno, las universidades, las organizaciones independientes. El arte por fin es visible, y no solo a nivel del espectáculo. Los espacios se están multiplicando, y volviendo más comunitarios, hay una plataforma más abierta, y es lo que necesitábamos para que diferentes tipos de artistas puedan ejecutar sus propuestas.

Hace algunos años dijo que le interesaba ingresar a la política…
Cuando trabajas para una institución gubernamental (ya fui coordinadora zonal del Ministerio de Turismo) estás haciendo política de alguna forma. Soy creadora, los artistas sabemos lo que significa crear, para mí es poder consolidar cambios, transformaciones. Sí me interesa la política, pero no la de bandera, sino la de lograr cosas, y cuando me llaman estoy para ayudar. Creo que sumando podemos hacer un mejor trabajo. Junto al Ministerio de Turismo trabajamos en el proyecto de un muelle, para que se pueda visitar el MAACen un recorrido fluvial que incluya al Parque Histórico, Samanes y Santay. La idea es darle más actividad al río, como medio de transporte y plataforma artística. Me imagino incluso un museo flotante; es un sueño, pero a veces cuando sueñas…


“Re-Creando” es el nombre de la más reciente muestra de
Marangoni, que se exhibe de lunes a sábado en la galería
Cesa Design, en Plaza Nova, vía a Samborondón.

CREAR ES TRANSFORMAR

El metal es el material favorito de Larissa Marangoni, se siente reflejada en su maleabilidad y fortaleza. “Me encanta trabajar con dicotomías y opuestos”, explica la artista guayaquileña que por estos días expone una muestra titulada “Recreando”.

Se trata de piezas de distintos formatos, a partir de metal y madera reciclada: “La naturaleza muerta, el madero cortado que sirvió para una construcción, murió, pero esa muerte lo hizo bello, tuvo una función, y ahora cumple otra –esta vez estética– en estas obras. Me atrae la idea de la transformación”.

Más leídas
 
Lo más reciente