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El libro que marcó mi vida: Carla Badillo Coronado

lunes, 28 marzo 2016 - 10:27
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“Manuscrito encontrado en Zaragoza”, la novela de un erudito y viajero autor polaco, inspira los pasos de esta joven poeta, escritora y periodista (Quito, 1985). Recibió este mes en España el XXVIII Premio Internacional de Poesía de la Fundación Loewe (Creación Joven) por su poemario “El color de la granada”. En febrero publicó su primera novela: “Abierta sigue la noche”.

“No existe un único libro que me haya cambiado la vida, son muchos; un sinnúmero de voces se han ido mezclando en mi cerebro, por mucho tiempo, estimulando la carne de mi voz. Sin embargo, hay uno que me significó un gran descubrimiento en el verano de 2008, en San Francisco, a mis 23 años: “Manuscrito encontrado en Zaragoza, del conde, erudito y gran viajero polaco Jan Potocki (1761- 1815); una obra maestra como pocas.

Me la descubrió Mark Álvarez, policía y bibliófilo, un gran amor que tuve (y ahora un gran amigo), 26 años mayor a mí, una fuente inagotable de grandes hallazgos; y lo pude adquirir, al poco tiempo, gracias a mi amigo el escritor Pepe Pereza, en Logroño, durante mi primer viaje a España, donde visité algunos lugares que Potocki menciona como el río Guadalquivir, en Andalucía.

Quedé fascinada con las historias que entreteje el libro (escrito originalmente en francés y publicado en dos partes: en 1804 y 1805), con sus personajes inquietantes, teñidos de magia y exotismo, alquimistas, gitanos, adictos a la cábala, poseídos, demonios y bandidos, ubicados siempre en atmósferas extrañas, sensuales, truculentas y misteriosas.

Tuve la suerte de conocer otras ediciones más completas y en otros idiomas, pero pude leer la edición de Alianza, que fue la primera publicada en España. De estructura laberíntica, la obra transcribe el manuscrito hallado por un oficial de las tropas napoleónicas en Zaragoza, y cuenta las peripecias y viajes del caballero Alfonso van Worden, en una visión pintoresca y fantástica de la España profunda del siglo XVIII. En 1964, el director de cine polaco Wojciech J. Has rodó una versión, con música de Krzysztof Penderecki en 2001, que pudo ser restaurada gracias a Francis Ford Coppola y Martin Scorsese; la cual he disfrutado varias veces en casa.

A partir de la lectura de este libro me adentré en la vida de Potocki. A pesar de su primera publicación, él siguió trabajando en la novela hasta completarla poco antes de su suicidio en 1815, con una bala que él mismo, minuciosamente, pulió.

En mi primera novela: “Abierta sigue la noche” (publicada en febrero) hay un par de guiños a este libro y a su autor; mi pequeño homenaje. Su espíritu viajero también lo comparto; y en eso ando ahora: el 7 de marzo partiré a España a recibir el Premio de Poesía Loewe, y he decidido invertirlo todo en una larga y solitaria travesía. Voy a recorrer durante casi un año varios países de Europa, parte del norte de África. El objetivo es llegar al Cáucaso, específicamente a Georgia y Armenia, donde nacieron Sergei Paradjanov y Sayat Nova, dos visionarios a quienes dedico mi poemario “El color de la granada” (Visor 2016) que ganó el Loewe en 2015, año en el que se conmemoró el centenario del genocidio armenio –el primero del siglo XX–, por lo que también sobre ese tema pienso escribir. Y así, en medio de esas aventuras, no sería extraño que un día amanezca en Polonia, para darle las gracias al gran Jan Potocki, frente a su tumba”.

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