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A la calle

jueves, 2 marzo 2017 - 02:27
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    La fatua puesta en escena que el CNE montó la noche del 19 de febrero, para autocelebrar adelantos tecnológicos de pacotilla, y la idea que su presidente, Juan Pablo Pozo, tiene de sí mismo como el Gael García Bernal criollo que Ecuador se merecía, sintetizó 10 años de espejismos, demagogias y mentiras. 
     
    Ecuador es ese país donde mientras se cocina un fraude, las televisoras independientes cierran sus noticieros y el candidato del extractivismo chino y la conculcación de los derechos se disfraza de entertainer. 
     
    Antes, a las 16h56 de la jornada electoral, los medios de comunicación públicos e incautados al servicio del Gobierno violaron flagrantemente la ley, dando a conocer fuera de los plazos permitidos el tendencioso exit poll de Santiago Pérez. 
     
    La mayoría de ecuatorianos (los propios datos de Pérez decían que seis de cada 10 votos válidos fueron contra Alianza PAIS) nos desgañitábamos ante las pantallas de Ecuavisa y Teleamazonas, rogando que difundieran de una vez el exit poll de Polibio Córdoba. Desde temprano era claro que la batalla electoral sería eminentemente una por la información.
     
    El proceder amañado de los medios gubernamentales no evitó que, por la noche, uno de los contertulios de Ecuador TV reprochara a Guillermo Lasso haber salido ¡antes de hora! a proclamar que habría una segunda vuelta. Como si en esa guerra Lasso hubiera tenido que limitarse a soportar los abusos, no contratacar y renunciar a tomar la iniciativa.

    Aunque desde la izquierda duela aceptarlo, Lasso estuvo a la altura de la confrontación democrática, cosa que lamentablemente no puede decirse de todos los líderes. 
     
    Afectos de Argentina, México y la misma Guayaquil no acababan de entender cómo, desde esa perspectiva defensora de la justicia social y los derechos humanos, se votase a favor de quien ellas y ellos consideran “otro Macri”. Error aparte de asimilar como idénticos procesos disímiles de nuestros países, aquí van un argumento y un dato concreto.
     
    1) Parafraseando a Pablo Milanés, Correa y Macri son de un pájaro las dos alas, el pájaro de la mafia que gobierna a izquierda y derecha, a veces sin el Estado y otras veces encaramado en él. 2) ¿Y cuán anti indigenista habrá sido el gobierno de Correa, para que en las provincias bastiones de la resistencia indígena ganase Lasso?  Es decir el voto útil del deseo de desalojar del poder a los vendedores y represores de la Patria. 
     
    Escribo desde el acantilado de la ignorancia del desenlace electoral. Es lunes 20, pasado al mediodía, debía entregar este artículo hace horas, y lo único claro es que hay que salir a la calle a defender la democracia, aun cuando el aspirante a derrotar al Gobierno en legítima segunda vuelta sea un banquero conservador militante del Opus Dei.
     
    Las bases de Pachakútik rebasaron la contemporización de sus dirigentes e intelectuales y su cercanía al poder, al cual no se le rinde pleitesía, sino que se lo limita.  

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