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Depilación

jueves, 8 octubre 2015 - 08:35
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    Cuando la economía nacional está remecida por la incertidumbre deviene algo extraño y contraproducente plantear una reelección de por vida.

    La república de papel está terminando como una república depilada, de pies a cabeza. Pero lo que más resalta es la depilación con láser a la génesis del poder soberano, especialmente después del anuncio de Evo Morales que someterá a consulta popular la tercera reelección consecutiva que le ofrece en bandeja la Asamblea Nacional. Claro que Evo se da ese lujo democrático porque no depiló la economía feriándose la lotería del gas y el petróleo, sino que acumuló una reserva para época de vacas flacas. Sigue así los pasos de Hugo Chávez que también alcanzó la reelección indefinida mediante un referéndum, después de haber perdido el primero que era solo para él sin alcaldes ni gobernadores. Y que a la larga le permitió ser presidente a Maduro porque cuando fue reelegido por última vez estaba en Cuba hospitalizado, quién sabe si con vida.

    Aparentemente Rafael Correa ha preferido que se apruebe la reelección indefinida, en la Asamblea sin referendo popular, y no candidatizarse en el 2017 sino posteriormente. Pero la médula del tema es de principios, no de preferencias personales o regaladas ganas o cálculos electorales. Esta depilación de principios resulta históricamente irónica porque el artículo 98 de la Constitución de 1998 que estatuía el régimen partidocrático de gobierno y las reelecciones indefinidas es el mismo que en la Constitución de Montecristi establece el régimen ciudadano y el derecho a la resistencia.

    Esta depilación profunda puede causar una grave infección al sistema circulatorio del poder porque ya no se trata de una raya más al tigre. Ahora mismo cuando la economía nacional está remecida por la incertidumbre frente al derrumbe del petróleo deviene algo extraño y contraproducente plantear una reelección de por vida que enturbia las decisiones que pueda tomar un gobernante condicionado por la fijación mental de la reelección indefinida. Se suscita así la eventualidad de otra ironía, que por pensar en reelegirse saltando un período o consecutivamente, según como reaccione la economía, no tome al toro por los cuernos y solo salte el bache para regresar después, o que por mantener principios ideológicos de propaganda electoral desaproveche la oportunidad del superdólar para mejorar radicalmente el panorama económico a largo plazo, dejando en el pasado la dependencia del petróleo para realmente transformar la matriz productiva. Debe depilar entonces esa incongruencia monumental de pretender cambiar con petrodólares la matriz productiva, pues eso solo se logra abriéndose a los emprendimientos y no cerrando con impuestos la entrada de dólares al sistema dolarizado.

    Pero no únicamente con alianzas público privadas libre de impuestos donde el capital privado sustituye petrodólares y préstamos chinos, porque solo se depila la barba del estatismo en servicios públicos y proyectos estratégicos mientras los emprendimientos privados continúan apabullados con múltiples impuestos y espesa tramitología.

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