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China

miércoles, 14 enero 2015 - 04:14
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    La nuez de la relación está en ser el mayor prestamista del gobierno.
     
    La visita del presidente Correa a China consolida una alianza estratégica sin precedentes en la historia nacional. De acuerdo a la sostenida política internacional del Presidente para alejarse del influjo de Estados Unidos y conforme al interés chino por ampliar su influencia en las Américas.
     
    Las relaciones de China con América Latina han crecido enormemente mientras al mismo tiempo languidecen las de Estados Unidos con la región. No hay excepciones ideológicas, China ha formalizado acuerdos de libre comercio con Chile, Costa Rica y Perú, y prepara otro con Colombia, todos excelentes aliados de Washington. De otro lado, esta expansión se ha diversificado según las características de cada país, desde Argentina hasta México, mediante inversión directa, créditos para el desarrollo, e intercambios comerciales. Simultáneamente se ha erigido en el mayor acreedor de Estados Unidos, es tenedor del 11 por ciento de los 18 billones de dólares que estos han emitido para financiar su déficit.
     
    Con el Ecuador la inversión directa es modesta, destaca en minería el proyecto Mirador que aún no arranca. La nuez de la relación está en ser el mayor prestamista del gobierno, y eso deriva en los intercambios comerciales donde hay un déficit creciente para Ecuador porque cada vez compra más bienes de capital para los proyectos de desarrollo financiados por China y a cargo de empresas chinas. Y aunque es nuestro mayor comprador del petróleo, que entregamos en garantía prendaria para el pago de préstamos con tasas de interés comercial, este petróleo lo revende a Estados Unidos por lo que no aparece en la balanza comercial bilateral sino con Estados Unidos que sigue como nuestro principal comprador.
     
    Es preciso recordar las condiciones de Estados Unidos cuando era nuestro mayor prestamista, relación que terminó el presidente Correa al declarar la moratoria de la deuda y recomprarla al 30 por ciento que fue el precio de mercado. Ahí los prestamistas no eran bancos del estado sino la banca privada comercial de Wall Street. Las condiciones las imponía Wall Street a través del Fondo Monetario y el Banco Mundial, organizaciones internacionales donde el poder del voto depende del número de acciones y Estados Unidos es el mayor accionista. Las condiciones de las cartas de intención con el FMI para que Wall Street afloje el billete eran devaluar, subir precio de combustibles y servicios públicos, suspender préstamos quirografarios y gastos en salud y educación, a fin de que el gobierno tenga dinero para pagar. Con el complemento de préstamos blandos del Banco Mundial, bajas tasas de interés y largos plazos, que le llegaban al próximo gobierno como ocurrió a León Febres-Cordero que visitó la Casa Blanca y Reagan le envió lleno de promesas al presidente del Banco, que es el único que ha venido al Ecuador, pero la plata nunca llegó.
     
    La civilización china es milenaria, no impone condiciones impopulares. Pero al que no entrega la prenda no le da la plata, y ahora la prenda vale la mitad que en 2014. ¿La completará el Yasuní? 
     

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