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Más meditación, menos crímenes

viernes, 31 marzo 2017 - 12:59
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    La revista inglesa Sciencemag publicó hace un par de días una nota que me llamó la atención. El titular decía: Estudio sugiere que un grupo de meditación logró reducir las tasas de asesinatos en ciudades grandes de Estados Unidos.
     
    En varias ocasiones he leído informes sobre la manera en que personas unidas en meditación o en oración logran afectar su entorno de manera positiva, pero encontrar esta información junto a notas de física, biología e ingeniería en una publicación científica, contribuye a llevar el tema del poder de la energía mental o espiritual a otro nivel.
     
    El reportaje destaca que al realizar un estudio de seguimiento a un grupo de meditación se encontró que hubo un 21.2% de reducción en la tasa de homicidios del 2007 al 2010, y una disminución del 28.4% en la tasa de asesinatos. En ambos casos, las comparaciones se hicieron con el periodo 2002 al 2006, enfocados en 206 ciudades grandes de Estados Unidos.
     
    La hipótesis es que estos resultados se lograron gracias al efecto causado por 1.725 personas reunidas para meditar en la Universidad Maharishi de Fairfield, Iowa. Pero a esa cifra no se llegó al azar, el  número de participantes es igual a la raíz cuadrada del uno por ciento del número de habitantes de dicha nación al momento.
     
     
    Según los organizadores de estas sesiones de Meditación Trascendental, una muestra con estas características se perfila como un factor de cambio en el comportamiento de la población.
     
    El autor del estudio, Kenneth Cavanaugh, señala que la conciencia, en su forma más pura, tiene la habilidad de generar un campo de energía que impacta en los pensamientos y en el modo de actuar de otras personas.
     
    En un primer momento, conocer el resultado del estudio me pareció inspirador y esperanzador. Me pregunté si será posible que el efecto ocurra, pero con el enfoque opuesto: que la mala onda de unos afecte y contagie a otros. La respuesta me pareció evidente. 

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